Han pasado algunas semanas desde mi encuentro con Cristian. He vuelto varias veces al lugar donde nos conocimos esperando poder encontrarlo, pero todo ha sido en vano. No me quito el anillo que encontré en su chaqueta, no sé si eso está bien o no, pero la verdad no me importa. Se podría decir que estoy enamorada de un recuerdo. Pero no puedo seguir atada a mis fantasías, ademas pronto comenzare el instituto, un trimestre mas tarde de lo esperado. Creo que será difícil pero conoceré gente nueva y podré practicar mi oxidado sentido del compañerismo.
Capitulo 4: Comienza la guerra
- No me lo puedo creer, llegaré tarde el primer dia de clases. Si camino mas deprisa conseguiré llegar a la estación de bus a tiempo.
Corrí todo lo que pude. Mis rodillas, destrozadas por aquella maratón improvisada, suplicaban piedad a la vez que exigían mas velocidad. Por suerte llegué a tiempo. Una ves en la estación debía esperar diez minutos a que el autobus llegará. Tuve tiempo para pensar en mi presentación, recuerdo que practicaba en voz alta lo que iva a decir:
"Hola soy Laura, por favor no me hagáis daño."
La verdad es que por aquellos días era muy tímida, hasta que conocía el ambiente en el que me movia. Es una de las cosas que sigo conservando de mi juventud, las otras mejor olvidarlas. El autobus llegó antes de lo esperado y yo, con las piernas heladas, me sumergí en un viaje a través de mis sueños hasta llegar al instituto. No tuve tiempo de cerrar los ojos cuando alquien irrumpió en el autobus, era un chico alto de pelo negro y ojos castaños, sin duda era él, Cristian.
No podía creer lo que estaba viendo, era él, la persona en la que había estado pensando durante semanas, por fin volvía a verlo. Sin pensarlo dos veces me levanté de mi aciento y me dirigí hacia él. Derepente se dió la vuelta, tomó mi mano y me besó. Entonces comprendí que me había quedado dormida, el sueño me había ganado la batalla y yo llacía inerte en un asiento del autobús. Aun así intenté que el sueño continuará pero fue inútil, ya había llegado a mi parada. con la poca dignidad que me quedaba salí del autobús y me dirigí a mi destino.
Ese día no entré por la puerta normal de los alumnos sino que tuve que ir directamente a la dirección. Al llegar no había nadie, solo un escritorio y un montón de papeles ordenados en pilas por todas partes. Decidí echar un vistazo por la ventana que daba al patio, los alumnos estaban entrando. Solo vi cientos de cabezas que se dirigían en una misma dirección. No pude evitar relacionar esa escena con la de los documentales que solía ver, en los que las manadas de búfalos se dirigían a un mismo lugar. La directora, irrumpiendo en el despacho como uno de los búfalos antes mencionados, interrumpió el curso de mi agitada imaginación.
- Tú debes ser la nueva, Laura.
-Sí.
-Acompáñame.
Y ya está. Sin un hola, sin un que tal, sin un encantada... donde este un "acompáñame" que se quite lo demás. Subimos unas escaleras y luego otras, y luego otras y mas escaleras hasta que llegamos a una puerta. Al abrirla un pasillo enorme, hasta donde mi vista podía llegar, se alzó sobre nosotras. Todos los búfalos estaban en sus respectivas manadas, todos excepto yo. Al caminar por aquel largo pasillo eché un vistazo a las aulas que iban apareciendo, los alumnos me devolvían la mirada con cara de curiosidad. Justamente era la ultima, por lo que todos los allí presentes pudieron ver que había un nuevo individuo en la sabana.
Al llegar, la directora me pidió que me colocara detrás de ella, luego picó dos veces a la puerta y, sin preguntar, la abrió. Recuerdo las palabras que dijo: "Aquí está la nueva". Todos levantaron la cabeza para darme la bienvenida a la clase o simplemente para cotillear. La cuestión era que yo volvía a ser el centro de todas las miradas. Pude ver como algunos de los allí presentes soltaban una carcajada al ver mi cara, otros susurraban al de al lado sus primeras impresiones sobre mí. En cuento el profesor me dio la orden para sentarme corrí como una loca y me senté en la única silla vacía que había. Pronto pase de ser el centro de atención a ser una completa extraña, nadie me miraba, me sentía sola.
Desde mi esquina, aislada del mundo, me dediqué a fijarme en los que serian mis compañeros. Como siempre había de todo. Desde los macarras de turno hasta las niñatas pijas, sin duda un amplio abanico de colores en el que yo no encontraba sitio. En esos momentos mi mente era un santuario al que acudía para encontrarme a mi misma. Miré mi reloj, eran las 9:15, esperé una hora mas para volver a mirarlo, cuando lo hice eran las 9:20. Me estaba volviendo loca.
Al acabar la clase el profesor se acercó a mí y me dijo que seleccionaría a alguien para que me enseñara las instalaciones, así no estaría tan perdida. Sin preguntar un chica se ofreció voluntaria, era de mi estatura, rubia, ojos azules y pelo rizado. Era muy guapa y parecía amable. Su sonrisa inundaba el ambiente e me hipnotizaba. Parecía popular y muy respetada en la manada, incluso tenia un mote cariñoso "Miki" un diminutivo de su nombre real. Quedamos en que me enseñaría las instalaciones durante el recreo.
Al sonar el timbre recogí mis cosas, las guardé y me dirigí hacia la puerta, donde, impaciente, Miki aguardaba por mí. Llevaba la falda mas corta que la primera vez que la vi esa mañana. Su pelo brillaba y se fundía con los rayos del sol que entraban por la ventana. Me dijo "sígueme" y yo, obediente, lo hice. Iba unos pasos por detrás de ella, ambas en silencio. El único ruido que escuchaba era el de los chicos jugando al fútbol fuera. Bajamos las escaleras y nos dirigimos a un cuarto poco iluminado y con muchas humedades, era el cuarto de la caldera, un lugar solitario y alejado de todos.
- Me sorprende que no te acuerdes de mí Laura -dijo Miki mientras se detenía bruscamente.
- ¿Perdona?
- Reconocí tu cara al entrar en clase, sigues siendo la misma chica estúpida y desalineada. Dani me habló de vuestro encuentro pero nunca me imaginé que vendrías a este instituto.
- ¿Dani?, ¿de qué hablas?
- Me sorprende que no nos recuerdes, aunque bueno, solo eramos unos niños.
Poco a poco empezaba a recordar las cosas que me Miki me contaba. No había ninguna duda, era ella, mi mejor amiga de la infancia y a la vez mi peor enemiga.
- Eres tú... Pero, ¿Dani?
-Oh! creo que ahora le llamas de otra forma, ¿Cristian quizás?
-Pero, ¿cómo es posible?
-Al parecer no quería que lo reconocieras. Acéptalo Laura, te sigue odiando.
No daba crédito a lo que sucedía. Miki siguió con su discurso:
- Te he traído aquí para prohibirte que lo vuelvas a ver. Ahora es mio y tú no puedes hacer nada.
-OK, entendido.
-Menos mal que sigues siendo igual de sumisa que siempre. Creo que ya todo está dicho.
-Si eso es lo que quieres, acepto.
-¿Aceptas qué?
- Si me has traído hasta aquí es porque tienes miedo, es decir, me ves como una enemiga. Piensas que tengo oportunidad de quitarte a Dani. Así que acepto luchar contra ti.
-¿De qué hablas?
- Simplemente eso. La guerra está declarada, que gane la mejor.
Continuara...
¡Toma el corte que le ha pegado! xDD
ResponderEliminarEsto se está poniendo súper interesante, la verdad no creí que la novela fuera a ser así, me está encantando ^^
Esperaré la continuación ^^
Besos!
Me encantó este capítulo, se está poniendo mejor la historia. Estaré esperando la continuación.
ResponderEliminarBesos.
Interesante giro de eventos.
ResponderEliminarcomo giró la cosa en un momento :o y que cristian es dani y la odia muy fuerte
ResponderEliminarEs una gran historia,al igual que las demás,cuando será el proximo capitulo?¡¡esto esta que arde xd¡¡esperare con entusiasmo la siguiente parte :D
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