Enamorada de un Recuerdo (3)

Mientras las lagrimas se deslizaban sobre mis mejillas, la nieve seguía cayendo. Poco a poco mis sentimientos se agolpaban en mi cabeza, que en ese momento no pensaba en otra cosa que no fuera Kevin. Junto a mi seguía aquel desconocido. Un silencio incomodo nos invadía, pero pronto este silencio se rompió.

Capitulo 3: Historias de un desconocido

-¿Ya estas mas calmada?

- Sí, ya se me ha pasado el "lloriqueo". Mi nombre es Laura.

- Encantado, yo soy Cristian.

-¿Cristian? bonito nombre.

-Gracias el tuyo también es muy... bueno es... muy común.

- Sí, lo es.

-¿Cuantos años tienes? -Pregunté con la intención de romper el hielo. Seguía haciendo frío pero yo llevaba la chaqueta que Cristian me había prestado.

- ¿A que chica se le ocurre preguntarle eso a un desconocido?

- Perdón, no sabía que te molestaba. Aunque pensándolo bien ya no eres un desconocido, tengo tu chaqueta y sé que te llamas Cristian, has perdido el anonimato.

- Buen punto, aunque erróneo. Solo sabes mi nombre pero aun no conoces mis verdaderas intensiones, es decir, no sabes si son buenas o malas.

- Sé que son buenas. Llevo horas llorando y por aquí han pasado decenas de personas, ¿sabes cuantas se han detenido? solo tú. Ni siquiera preguntaste mi nombre, te lo dije yo. Tampoco me preguntaste que me pasaba, eso muestra que tu única intención era la de socorrerme. Y ahora me interesa saber quien ha sido el único valiente en ayudarme, por eso pregunté tu nombre y tu edad.

-Mi nombre ya lo sabes y tengo 17 años. ¿Cuantos tienes tú?

- 16

- ¿Por qué llorabas?, ¿un chico?.

- Sí, un chico... Pero no quiero hablar de ese tema.

-Entiendo. ¿De qué quieres hablar?

- No sé, solo quiero irme a casa y descansar. Hoy ha sido un día agotador, quiero darme una ducha y dormir. Vivo cerca de aquí, si quieres puedes acompañarme -Yo proponiendole a un desconocido que me acompañe hasta casa, ¿acaso me he vuelto loca?.

-Vale, no tengo ningún problema.

Empezamos a caminar en dirección a mi edificio, la nieve ya había parado. Mientras caminábamos pude observarlo con mayor detenimiento; era alto, de pelo oscuro y ojos claros. A pesar de que tan solo era un año mayor que yo parecía mas maduro. Aun llevaba puesta su chaqueta, por lo que él debía tener mucho frío. Podía ver como sus manos tiritaban así que decidí entrelazar las mías a las suyas.

-¿Que haces? -Preguntó él con mala cara- ¿acaso te gusto?.

- Lo siento, vi que tenías frío y pensé que si juntábamos nuestras manos nos calentaríamos mas rápido. Aun tengo tu chaqueta y me siento culpable por lo mal que lo estas pasando.

Él no dijo nada mas, solo dejó que nuestras manos se unieran. No podía dejar de mirarlo, sin duda me había enamorado de un desconocido. Deseaba que nuestras manos permanecieran unidas para siempre. Pero pronto llegamos hasta mi casa.

- Bueno, aquí es donde vivo. Gracias por traerme y por ser tan amable conmigo.

- No pasa nada era lo menos que podía hacer. Será mejor que me valla rápido mi padre debe estar esperándome.

-Vale. Hasta luego.

-Chao.

Cristian se dio la vuelta y comenzó a caminar de regreso a su casa. No me podía creer que todo había acabado, me quede de pie observando como se marchaba. Pensaba que esa era la ultima vez que volvería a ver su cara.

Después de quedarme varios minutos observando como se marchaba, decidí subir a casa. Al entrar todos estaban dormidos así que fui hacia mi habitación con mucho cuidado de que nadie me escuchara. África y Kevin no habían llegado.

Entre al baño con el fin de darme una ducha, no hay mejor manera para combatir el frió que una buena ducha caliente. Cuando me disponía a quitarme la ropa me di cuenta de una cosa: Llevaba puesta la chaqueta de Cristian.

-Mierda aun llevo puesta su chaqueta, con todo lo que ha pasado se me olvido dársela. Pobre, estará pasando frío. Aunque conservar esta chaqueta hará que lo recuerde ya que, probablemente, nunca nos volvamos a ver. En el fondo estoy feliz de este error, al llevarla siento que él aun está conmigo.

No podía creerme lo que decía, ¿como pude enamorarme de una persona que no conocía?. Tan solo habían pasado unas horas desde que lo conocí y ya sentía una obsesión enfermiza por él. Yo seguía de pie frente al espejo del lavado, posando ante mi reflejo a la vez que imaginaba que lo hacia para Cristian.

Sentí algo en el bolsillo de la chaquta, era un anillo. Parecía muy valioso, era de oro y llevaba pequeña piedras incrustadas que con la luz de mi baño brillaban como diamantes. No dude en probármelo, no podía desaprovechar la ocasión:

-Me queda muy bien pero... ¿debería quedármelo?, es decir, nunca se lo devolveré a su dueño ya que no volveré a verlo.

En ese momento obviaba la pregunta mas importante: ¿Que hacía Cristian con un anillo de chica en su chaqueta? ¿acaso era de su novia?. Sin conocerlo me sentía celosa. Escuché el ruido de la puerta, África había llegado y junto a ella, Kevin.

Continuará...

Capitulo 1

Capitulo 2

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